El 23 de Abril de 2013, alrededor de la siete de la tarde saltaba una noticia que convulsionaba a la ya de por sí convulsa opinión pública actual.
La Casa Blanca había sufrido un atentado y el presidente Obama resultaba herido como consecuencia de las dos explosiones que se habían producido en el mismo.
Esta noticia corrió como reguero de pólvora y si además añadimos que ya la opinión pública estaba bastante sensibilizada con los sucesos ocurridos en la Maratón de Boston, el terreno era propicio para que una noticia de este calibre afectase de modo intenso en la actividad y vida a nivel mundial.
El efecto inmediato fue un desplome de la bolsa de Nueva York, cayendo el índice Dow Jones en 150 puntos durante unos minutos, suficientes para ver como el gráfico de la bolsa Neoyorquina sufría semejante fluctuación.
Pocos minutos después la noticia era desmentida y las aguas volvían a su cauce, pero lo novedoso de todo este hecho es que dicha noticia se había producido a través del twitter de la prestigiosa agencia de noticias Associated Press.
La cuenta de twitter de la agencia de noticias habia sido hackeada y desde ella se habia lanzado cual misil teledirigido el tweet con la noticia del atentado.
Este hecho me hizo pensar en dos cuestiones:
- Por un lado la vulnerabilidad de las redes sociales, y no solo por el hecho de que puedan hackearte la cuenta, sino por la repercusión que puede tener cualquier contenido en la red dirigido y manipulado con fines aviesos en tu propio nombre. En este caso, ¿fines especulativos?. ¿Búsqueda de inestabilidad?. Cada cual que busque su propia razón.
- Por otro y ese es en mi opinión el más serio, es la repercusión que cualquier contenido publicado a través de una red social puede generar en la vida actual.
Es evidente que las redes sociales no son una moda pasajera, ni un divertimento fútil, muy al contrario hemos podido observar cómo un contenido difundido a través de ellas, ha sido capaz durante unos minutos de provocar el pánico financiero en el parqué más afamado del mundo.
Las redes están presentes en nuestras vidas y la información que percibimos a través de ellas en muchos casos las damos, con carácter inmediato, un valor de veracidad que seguramente a un medio informativo más tradicional no le otorgamos sin haber contrastado antes la información.
Se lleva tiempo hablando del poder de las redes sociales, pero en este caso concreto se ha visto de modo palpable; estamos ante un medio de comunicación potente y con gran capacidad de penetración en la opinión pública, con un nivel de propagación de la noticia casi instantáneo, medio que a mi juicio debe de ser gestionado por profesionales ya que los efectos que un contenido puede provocar según el modo y forma en el que se comunique pueden ser inmediatos y según que casos impredecibles.
Quedan por tanto asuntos por resolver, mejorar cada vez más la seguridad de las redes y sobre todo tener presente una máxima que debería de ser dogma en el momento en el que ponemos un pie en las redes sociales.
Toda información debe de ser contrastada y acudir a las fuentes originales de la misma para darle el crédito que se merece.
Se dice fácil pero no lo es, y si no que se lo pregunten a los miles de bulos (“hoax”) que circulan por ahí.